jueves, 14 de mayo de 2009

Hospitales, mariposas

Una mariposa taladrada en la muñeca, recuerdos que llegan sin darme cuenta, agotándome, dejándome indefenso ante las imágenes de lo que pasó y no quería recordar.

Una habitación de hospital, demasiado familiar, demasiadas veces, pero una en particular que no soy capaz de soportar. Y tardo en darme cuenta de que ese recuerdo está ahí torturándome.

Y salgo, y la imagen de él se mezcla con la nueva imagen de esa habitación y de esa mariposa de maldito plástico que taladra las venas.

Demasiados recuerdos de demasiado esfuerzo por salvar lo que no se podía salvar (y él ya lo sabía pero yo no quería verlo).

Pensé que estaba recuperado, pero sólo había enterrado esa angustia horrenda en una estructura de hormigón que voy a volver a sellar en cuanto termine esta línea.

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