lunes, 27 de abril de 2009

Tenebrae II. Una ambientación de rol.

Europa, año 981. Los profetas locos hablan del fin del mundo y del Juicio Final mientras vagan por los caminos polvorientos. Las gentes miran la oscuridad que envuelve los días, las muertes que los acompañan y las sombras que la niebla maldita ha traído a sus almas, y saben que es verdad.

Hace dos siglos, el imperio de Carlomagno dominaba gran parte de la Europa occidental, unificándola, con la religión cristiana como estandarte. Todos los distintos reinos formaban parte o rendían pleitesía al emperador.

Después, el imperio se fue disgregando, hundiéndose en su propia autocomplacencia, y pequeños reinos y feudos independientes crecieron por toda Europa.

El imperio seguía siendo el eje religioso de Europa, pero en algún momento se corrompió, y esa corrupción vino de dentro de la propia Iglesia carolingia. Algo ocurrió en Aquisgráh, la antigua capital, una masacre tan desproporcionada que la sangre inundó las calles. Nadie sabe quién fue ni qué pasó, pero desde lejos, dicen los pocos bardos que se atreven a cantar la historia, se veían las alas de los demonios flotando sobre la ciudad en un baile macabro. Se dice que la ciudad, ahora una inmensa extensión de ruinas, está plagada por las almas de los que murieron en aquéllos días, y que vagan condenadas a un sufrimiento eterno.

Fueron meses de muerte y caos que se extendieron por todo el imperio. La gente cayó en el pánico de lo desconocido, se vieron desamparadas, no protegidas por sus señores ni sus sacerdotes. La muerte y la oscuridad se extendieron como un velo sobrenatural, y el día no volvió a tener la misma claridad.


De entre la muerte apareció un nuevo emperador, y el orden volvió al imperio poco a poco. Pero era una nueva iglesia la que lo sustentaba, una iglesia regida por un Sumo Sacerdote al que nadie nunca veía, Laenandus el Único. El símbolo de esta iglesia era una cruz griega negra y afilada, y se hacía llamar la Congregatio Magna. Adoraba a un antiguo dios mesopotámico, Baal, un dios siniestro asociado con el Infierno, mezclando sus enseñanzas con las de una deforme religión cristiana. Sus creencias oscuras, daban una solidez tenebrosa al poder del emperador, y se propagaron veloces por el imperio, portadas por sacerdotes cuya palabra hacía debilitarse hasta las más fuertes de las voluntades, doblegándolas a la Congregatio y al Imperio.

Poco a poco, el Imperio volvió a ser fuerte, y los reinos vecinos empezaron a caer bajo su poder. Se habla de una fría y densa niebla que puebla los territorios del Imperio, y que se extiende lentamente filtrándose por los territorios vecinos, calando las almas de los campesinos y los soldados. Y, cuando eso ocurre, las voluntades se debilitan y las tropas imperiales arrasan y conquistan sin apenas resistencia, matando con crueldad y apoderándose de las tierras y las gentes para absorberlas dentro de su Imperio. Los sacerdotes de la Congregatio aparecen después, sin perder un instante, sometiendo las almas vulnerables, atándolas en las sombras frías de su doctrina.

Durante las últimas décadas, casi toda Europa ha ido cayendo bajo el filo del Imperio y la Congregatio. Condenado por su niebla maldita, ningún ejército ha sido capaz de mantener la fortaleza de espíritu como para frenar a sus tropas de Soldados sin Alma, guerreros sin miedo y sin voluntad, más parecidos a demonios que a seres humanos. Hay quien dice que antaño eran humanos que fueron absorbidos por la maldición de la niebla fría y oscura que puebla el imperio. Los soldados sin alma están dirigidos por los Caballeros Sacroimperiales, despiadados guerreros que parecieran haber hecho un pacto con el diablo por su fuerza y su poder inquietante.

Después de las batallas, los campos llenos de cadáveres se pueblan de demonios Recolectores de Almas, que se llevan a los moribundos a los rincones más oscuros del Infierno, donde Baal reina, para disfrutar de sus tormentos eternos.

Mientras tanto, y emperador tras emperador, Laenandus, el Sumo Sacerdote, observa y dirige todo desde la fortaleza de Ansbach. Dicen los profetas locos que Laenandus no envejece porque espera a que el propio Baal le traiga su alma, escondida en lo más profundo del Infierno.

Y tras la Congregatio, como un poder que se mantiene escondido, pero que es indestructible, la Ordo Nicra, una orden de magos formada en la tradición romana y mesopotámica, y corrompida también por el poder de Baal. Sus archihechiceros son temidos por todos los hacedores de hechizos de las tierras europeas, puesto que se dice que su magia negra es la causante de la niebla tan terrible que somete las almas y las voluntades de reinos enteros.

Casi toda Europa está sometida al Imperio. Los reinos y feudos ibéricos, francos, italianos, germánicos... Y lentamente sigue expandiéndose, sin encontrar freno. Otros feudos y reinos se han rendido voluntariamente al imperio, aunque no por ello sufren menos el sometimiento de las almas que la Congregatio trae consigo, la religión oscura que domina todas las voluntades y elimina todo deseo de libertad individual. Y muchos otros han sido conquistados y arrasados, convertidos en lugares de sufrimiento donde las gentes luchan por sobrevivir entre campos quemados y estériles y ciudades destruidas.

Sin embargo otros reinos, más alejados, aún no han sido conquistados del todo. Inglaterra lucha en esta época por su supervivencia, resistiendo oleadas de barcos traídos por las aguas negras que han empezado a rodear sus costas. Las tierras escandinavas se refugian en sus nieves eternas para protegerse de los demonios en armadura que caminan por los yermos helados quemando el suelo bajo sus pies. En las tierras de los Caballeros Teutones, también al norte, éstos luchan ferozmente de igual a igual contra los Caballeros Sacroimperiales, portando su fe salvaje como arma emponzoñada contra la oscuridad infernal.

También, dentro del imperio, algunos feudos resisten la expansión. Bien pequeñas regiones escondidas en bosques densos e impenetrables como la Selva Negra, bien lugares donde antiguas magias y reminiscencias de dioses paganos han impedido que la niebla se haga fuerte y donde sus defensores se han mantenido firmes, como determinadas regiones del sur de Francia, donde los dioses celtas aún perviven en los árboles, o las áridas tierras de Grecia, donde las brujas Thesálicas mantienen vivo el poder de los oscuros dioses griegos del Hades.

Otros grupos luchan contra el imperio, sabiendo que cada uno de ellos que muere nunca será reemplazado y es una cuenta atrás para la desaparición absoluta. Tradiciones antiguas enfrentadas a Baal desde hace siglos, como los Caballeros de Baphomet, que han traído su lucha desde las tierras del Oriente Próximo; o la Ordo Nobilis, descendientes de los altos magos carolingios, traicionados y casi destruidos durante la masacre de Aquisgrán.

Algunos buscan una venganza grabada en los siglos; otros buscan el poder de la Congregatio o de la Ordo Nicra; unos pocos buscan justicia y erradicar el mal del mundo. Muchos luchan sólo por sobrevivir.

Y todos saben que es una lucha sin posibilidades de vencer. Como mucho, podrían aspirar a robar algo del poder del que ahora goza el imperio. Pero no importa, porque se acerca el fin del mundo, el año Mil. El momento en el que el Averno abre sus puertas para engullir la tierra.


(C) 2009 Daniel Pérez Espinosa

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